Aprendizaje autónomo y lectura: aportes de la neurociencia

Las investigaciones en neurociencia nos permiten conocer la relación entre la lectura, cognición y los procesos implicados en el aprendizaje. Es por esto por lo que he estado buceando en Internet y en algunos libros para conocer un poco más de esta disciplina y su aporte al aprendizaje autónomo y lectura. ¿Por qué el autoaprendizaje?
Es una cuestión personal pues estoy convencida de que el aprendizaje autónomo cumple un rol fundamental en nuestro desarrollo intelectual e individual. Sin embargo, no es solo una afirmación mía pues la UNESCO en su informe La educación encierra un tesoro(1996) declara dentro de sus cuatro pilares de la educación el “aprender a conocer”. Este principio se asocia con el concepto del aprendizaje autónomo porque hace referencia al proceso de adquirir la capacidad para conocer, explorar y comprender el mundo. Y a su vez se relaciona con la competencia de “aprender a aprender”.
En el contexto actual existe un cambio de foco en las concepciones pedagógicas, por lo que el concepto de “aprendizaje centrado en el estudiante” es parte de la discusión de las políticas públicas en educación. Esto porque propone el desarrollo de la autonomía al momento de aprender.
Por lo anterior, organismos internacionales han puesto en discusión lo que entendemos por educación y aprendizaje. Entre ellos la UNESCO, en su informe: Replantear la educación ¿Hacia un bien común mundial? Esto quiere decir que existe una convergencia entre el aprendizaje intencionado y el autónomo que está cambiando nuestros modos de aprender y la forma en que organizamos el conocimiento y el aprendizaje.
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Antecedentes del concepto “Aprendizaje autónomo”
En la cartilla didáctica El Aprendizaje individual permanente: ¿cómo lograr el desarrollo de esta capacidad de los estudiantes?, José Bahamón señala que las primeras investigaciones en este campo surgen en los años 1961, 1975 y 1977 las cuales sientan las bases para estudios posteriores.
Ahora bien, previo a estas pesquisas nace el concepto de aprendizaje individual o autodirigido. Esta idea se refiere a la búsqueda de información de forma autónoma y tiene sus orígenes en un documento publicado en 1840, que trata sobre los esfuerzos de la autoeducación de personas célebres en los Estados Unidos. Sin embargo, el término se introduce formalmente en la conferencia sobre “Retrospectiva Internacional de la Educación de Adultos”, reunida en Montreal en 1960, y posteriormente en la conferencia de UNESCO en Nairobi en 1976.
Uno de los principios propuestos por la UNESCO sobre el aprendizaje autónomo señala la universalidad del espacio educativo a partir de lo cual se reconoce que “en cualquier lugar puede darse la situación o encuentro con el aprendizaje”.
En resumen, los primeros supuestos sobre el “aprendizaje autónomo” señalan que:
- Los humanos crecemos en capacidad y necesitamos ser autoaprendices.
- Las experiencias de los aprendices son una fuente importante para el aprendizaje.
- El aprendizaje individual es requerido para lograr una evolución en las tareas a lo largo de la vida.
- La orientación natural de los adultos es hacia el aprendizaje centrado en las tareas o problemas.
- El aprendizaje auto-controlado es motivado por varios incentivos internos, tales como la necesidad de autoestima, la curiosidad, el deseo de logro y la satisfacción de concluir una tarea.
¿Qué es el aprendizaje autónomo?
Malcolm Knowles, lo define como:
“un proceso en el cual los individuos toman la iniciativa con o sin la ayuda de otros en diagnosticar sus necesidades de aprendizaje, formular sus metas de aprendizaje, identificar los recursos humanos y materiales para el aprendizaje, seleccionar e implementar las estrategias de aprendizaje más apropiadas, y evaluar los resultados del aprendizaje logrado”
En términos simples el autoaprendizaje se refiere al aprendizaje que uno adquiere por sí mismo. En este sentido, nos lleva a un método que posibilita la educación permanente.
Carl Rogers en su libro El proceso de convertirse en persona (1961) plantea una idea interesante acerca del desarrollo de enseñanza y la adquisición del aprendizaje. Su pensamiento sostiene que “el único aprendizaje que puede influir significativamente sobre la conducta es el que el individuo descubre e incorpora por sí mismo”.
Esta opinión causó controversia en el ambiente educativo de la época porque de cierta manera elimina la figura del docente y desacredita años de estudio que ubica al profesor en el centro de la enseñanza. Si bien el pensamiento de Rogers pertenece a la corriente humanista de los 80 y esta idea representa su opinión en el contexto de una charla sobre el aprendizaje centrado en el estudiante, en la actualidad, no es tan descabellada. De hecho, hoy en día está abierta la discusión que sugiere la importancia de fomentar el desarrollo de competencias para el autoaprendizaje y la búsqueda de información, que implica más que nunca, un cambio de paradigma acerca de cómo concebimos el proceso de aprendizaje.
En el marco del ciclo “Formación continua y desarrollo profesional docente”(2020) organizado por la OEI, el grupo de expertos llevó a cabo una interesante discusión acerca del aprendizaje autónomo. En el primer encuentro los especialistas coinciden en la necesidad, dado el contexto actual, de fomentar el autoaprendizaje en las comunidades educativas.
Sin duda, es necesario desarrollar esta habilidad desde la pedagogía. Así, movilizaremos un sistema educativo de formación continua tanto en el docente como en el estudiante. Aunque merece destacar la urgencia de proponer acciones para disminuir la brecha en el acceso a Internet y competencias digitales presente en escuelas en diferentes regiones del mundo.
A modo de síntesis, la autoeducación puede ser entendida como un proceso deliberado y autónomo de aprendizaje sobre temas de interés personal, en parte inherente al ser humano. Sin embargo, para ser llevado a cabo con éxito es necesario tener acceso a libros y soportes tecnológicos adecuados y contar con competencias digitales para el uso eficiente de las tecnologías que nos permiten acceder al conocimiento en la red.
Autoaprendizaje y uso de Internet
Los cambios causados por la actual pandemia en nuestra forma de vivir, trabajar y estudiar nos están desafiando a revisar los paradigmas predominantes en todos los ámbitos. Uno de ellos es el educativo. Y es que cuesta creer que en una época sumida en lo tecnológico estudiantes y docentes enfrentamos un gran reto. Este desafío tiene relación con las competencias digitales y el acceso a Internet en distintas esferas del mundo.
Una muestra de esto es que el confinamiento ha forzado la autoeducación para cumplir con el trabajo y documentarnos acerca de lo que está sucediendo en el mundo a causa de la pandemia.
En este sentido, el autoaprendizaje y la tecnología son herramientas de aprendizaje para estar al día en el devenir de la vida.
Un dato interesante es que Isaac Asimov hace un poco más de tres décadas advirtió las posibilidades de la tecnología y la autoeducación.
“Una vez que tengamos sistemas de computadoras en cada hogar, cada una de ellas “colgadas” a enormes bibliotecas donde cualquiera pueda realizar cualquier pregunta y que se le den las respuestas; y que se le brinde material de referencia que sea algo en lo que tú estás interesado en saber desde una temprana edad, más allá de cuan tonto le pueda sonar a otro, eso es lo que a ti te interesa. Y preguntas… y puedes averiguar… y haces un seguimiento… y lo puedes hacer en tu propia casa, a tu velocidad, en tu dirección ¡a tu propio tiempo! ¡en ese entonces, todo el mundo disfrutará el aprender!”.
Entrevista de Bill Moyers en El mundo de las ideas (1988)
Si bien existe una tendencia en relacionar las TICs con la deshumanización del aprendizaje, Asimov veía la tecnología como una herramienta de acceso ilimitado al conocimiento. En efecto, entendía la tecnología como una posibilidad de relación de uno en uno entre la fuente de información y el consumidor de esta información. ¿Por qué? Porque para el escritor en la educación formal todos estamos forzados a aprender a pesar de nuestras diferencias, mientras que mediante el autoaprendizaje cada persona aprende de aquello que realmente le interesa a su propio ritmo y tiempo. De ahí que su posición no pretendía colocar el autoaprendizaje en lugar de la educación formal sino como un complemento a esta. Una propuesta interesante y reveladora para la época.
En el presente, con las condiciones óptimas podemos acceder al conocimiento universal con un clic y aprender mediante diversas estrategias gracias a Internet. Sin embargo, conviene hacernos la pregunta ¿Quién evalúa la calidad de la información que se difunde en la red?
Es evidente que existe una sobrecarga de información en Internet que no se filtra ni valora. Por ello, la cantidad de datos que circula es muy variable e impide que su calidad pueda ser definida. Uno de los factores para tener en cuenta es su procedencia y fuentes que la respaldan. Este aspecto es crucial y viene a ser una competencia por desarrollar en las escuelas y universidades si queremos potenciar el aprendizaje autónomo.
¿Qué rol tiene la lectura?
Uno de los factores de la enseñanza que favorecen el aprendizaje autónomo son las competencias lectoras, es decir, la capacidad de leer y comprender textos.
En la actualidad, el marco de evaluación de la lectura representado por la prueba PISA incorpora un nuevo componente que es la capacidad para leer y comprender textos digitales.
Los elementos antes mencionados son claves en el proceso de aprendizaje autónomo porque un sujeto enfocado en la autoformación busca por sí mismo la información. Además, utiliza “la lectura” como principal herramienta.
Las habilidades de lectura influyen en el aprendizaje autónomo, como menciona Medina, D. y Nagamine, M. en su artículo Estrategias de aprendizaje autónomo en la comprensión lectora de estudiantes de secundaria “Para que el estudiante logre un aprendizaje autónomo, sobre todo en educación superior, debe haber desarrollado un pensamiento consciente, reflexivo, crítico, que sea capaz de utilizar estrategias para aprender por sí mismo de manera independiente”, donde las habilidades de interpretar y transferir información son claves, que son propias de las competencias lectoras.
Isabel Solé en su libro “Estrategias de Lectura”(1998) dice que “Poder leer es comprender e interpretar textos escritos de diverso tipo con diferentes intenciones y objetivos, contribuye de forma decisiva a la autonomía de las personas”.
En este sentido, propiciar instancias de comprensión y animación a la lectura en la infancia, desde al ámbito escolar y las bibliotecas potencia el desarrollo del aprendizaje autónomo. Al mismo tiempo puede hacer la diferencia en la edad adulta en el desempeño académico y profesional.
Teniendo en cuenta lo anterior, es evidente que la lectura por placer potencia de manera positiva el aprendizaje autónomo. Y esto se debe a que en la lectura el lector es un sujeto activo que aporta con sus experiencias en el proceso de adquirir nuevo conocimiento.
Aportes de la neurociencia
Las investigaciones recientes sobre la actividad del cerebro humano entregan información valiosa acerca de la forma en que aprendemos. Estos estudios indagan en las bases biológicas de la cognición y la conducta. De hecho, diversos estudios sobre el tema han dado luces acerca de cómo se manifiestan los procesos cognitivos de la enseñanza y el aprendizaje.
Como se sabe, entre los factores decisivos en el aprendizaje está la parte sensorial y emocional del cerebro que son lo que eleva el nivel de motivación en una persona. En el proceso de aprendizaje la falta de motivación por aprender es un elemento crítico porque puede repercutir negativamente en el aprendizaje.
Según Begoña Ibarrola en su libro Aprendizaje emocionante. Neurociencia para el aula(2013) diversas investigaciones demuestran la influencia de los procesos emocionales en el aprendizaje. A esto agrega los efectos sobre la atención y la memoria, es decir, se ha demostrado científicamente que existen emociones que favorecen los aprendizajes, así como otras que lo dificultan.
Uno de los hallazgos que llama la atención tiene relación con la motivación intrínseca, que se refiere al interés genuino por participar de una tarea. En este aspecto, se ha descubierto que cuando una persona se siente realmente motivada a aprender tiene más posibilidades de hacerlo. Por lo tanto, cuando aprendemos de manera autónoma existen altas probabilidades de que se produzca “aprendizaje significativo”. Esto se debe a que se lleva a cabo la asociación de habilidades y conocimientos previos que se integran con nueva información.
En el artículo La importancia de la emoción en el aprendizaje: propuestas para mejorar la motivación en los estudiantes(2017) Elizondo Moreno, A., Rodríguez Rodríguez, J. V., & Rodríguez Rodríguez, I. mencionan diversos estudios que respaldan la afirmación anterior y agregan que “el aprendizaje comienza a ser visto como una interacción sinérgica de elementos cognitivos, emocionales y fisiológicos en la que las emociones capaces de re-esculpir literalmente nuestro tejido neuronal se muestran como una parte muy importante y poderosa del proceso de adquisición de conocimiento”.
En cuanto a la lectura, desde la neurociencia se ha demostrado resultados fascinantes sobre el funcionamiento y desarrollo del cerebro mientras leemos. Entre ellos, que al leer y sentir empatía con personajes de ficción aprendemos a la vez a mejorar nuestra capacidad para entender a los demás. Estos hallazgos se evidencian en el estudio Efectos a corto y largo plazo de una novela sobre la conectividad del cerebro del neurocientífico Gregory Berns.
Pero ¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando leemos? Al leer, la activación que se produce en el cerebro es muy alta, por lo que pone en alerta muchas regiones cerebrales al mismo tiempo. Y como resultado, mejora la calidad de conexiones neuronales.
Hoy en día, los conocimientos más relevantes sobre las áreas del cerebro implicadas en la lectura proceden de investigaciones con tecnología de neuroimagen. Al respecto, existe evidencia que señala que las investigaciones mediante neuroimagen cerebral facilitan la visión del circuito lector que se desarrolla con el aprendizaje de la lectura.
En el estudio Evidencia convergente de segregación funcional y estructural dentro de la corteza occipitotemporal ventral izquierda en la lectura, se comprobó que hay partes de la corteza cerebral con tipos de composición y neuronas diferentes. Lo interesante es que este hallazgo determina cómo nuestro cerebro realiza la lectura.
En este sentido, la lectura por placer, al ser un acto deliberado está estrechamente vinculado al aprendizaje autónomo. Por supuesto, como se sabe, mientras leemos aprendemos, por lo que el ejercicio de la lectura otorga una gran cantidad de beneficios a corto y largo plazo en todas las esferas de nuestra vida.
La neurociencia nos aporta datos significativos de cómo el cerebro recibe, integra y procesa la información. Pero, además, sus implicancias en el acto de leer donde la emoción es un elemento fundamental para consolidar nueva información. Por lo tanto, tener hábitos de lectura desde los primeros años de escolaridad y contar con un método de autoaprendizaje sí puede hacer la diferencia en la edad adulta y repercutir en la formación profesional y laboral.
Por último, te recomiendo este artículo que aporta algunos datos científicos sobre los beneficios de la lectura en nuestra vida cotidiana.
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